Qué especies elegir, qué mezclar, cuándo sembrarlos. Lo explica el especialista en forrajes Oscar Bertín.
En un camino ya irreversible hacia una agricultura más sustentable, una de las estrategias fuertes es la incorporación de cultivos de cobertura, también llamados puentes verdes o cultivos de servicio (en adelante se usarán como sinónimos). Con un camino firme ya en rotaciones agrícolas, también se están empezando a valorizar en sistemas mixtos en donde esa cobertura puede ser convertida en carne.
Con las cosechadoras avanzando a paso firme trillando los cultivos estivales, queda el lote desnudo y se abre la posibilidad a los cultivos de servicio, que protegerán el lote durante el invierno.
¿Qué es un cultivo de servicio? Una especie implantada no con un fin comercial inicial (luego puede llegar a tenerlo) sino con el objetivo de “ayudar” a los cultivos comerciales de relevancia. ¿Ayudar a qué? A mejorar la estructura del suelo o su fertilidad natural, a evitar erosiones en tiempos de barbecho, a contener el avance de malezas, entre otros aportes.
“Los que tienen los mejores antecedentes sobre el uso de cultivos de cobertura en sistemas mixtos son los uruguayos, porque ellos siempre tuvieron agricultura y ganadería, sobre suelos pesados, de poco perfil y mucha erosión”, abrió el fuego el consultor privado especialista en forrajes (ex INTA), Oscar Bertín. Y agregó: “Cuando en esos sistemas uruguayos se impuso la soja aparecieron los problemas, fundamentalmente de erosión, por eso tomaron mayor preponderancia los cultivos de cobertura”.
Así las cosas, los productores uruguayos tienen vasta experiencia en hacer soja-puente verde utilizado por animales-soja. Los usan bovinos de carne, leche y ovinos.
“Hay varios ensayos hechos en Argentina que muestran que entre soja y soja, haciendo un cultivo de cobertura o servicio se pueden obtener 200 kilos de carne con cierta facilidad y eso son hoy 300-350 dólares que son los que te permiten recuperar el costo de la implantación de, por ejemplo, una pastura perenne que es alto”, contó Bertín.
“En el caso de hacer un cultivo de cobertura entre soja y soja se pueden hacer 45 días de pastoreo, con una ganancia diaria de 900 gramos y una carga de 5 animales por hectárea, lo que da 200 kilos de carne por hectárea siendo conservador, dado que han logrado más de 300 kg/carne/ha”, apuntó Bertín.
Qué aporta cada especie.
El glosario y las recomendaciones de combinación entre distintos cultivos de cobertura plausibles de convertirse en “manjar” para los rodeos es amplio. “En general estamos hablando de mezclas, pero debemos tener en claro qué aporta cada una y saber cuál será el siguiente cultivo porque no es lo mismo que sea soja o maíz”, indicó Bertín.
Si es maíz, Bertín recomienda que tenga una leguminosa porque aportará nitrógeno reduciendo la necesidad de fertilización nitrogenada a posteriori. Por ejemplo, vicia pero pero también trébol persa, trébol de alejandría o melilotus. Todos tienen una relación carbono-nitrógeno baja, esto es, poco carbono y mucho nitrógeno.
En cambio, si el cultivo que sigue es soja, que en Argentina es lo más habitual, “nos interesa -argumentó Bertín- que sea una gramínea que aporte más materia orgánica en vez de nitrógeno, porque residuos con mucho nitrógeno afectan luego la nodulación de la soja”.
“Las mezclas con más presencia de gramíneas favorecen el uso por parte de los animales porque permiten la formación de una especie de colchón que reduce el impacto del pisoteo que genera una compactación”, especificó Bertín.
Las gramíneas, por otro lado, son las que producen mayor volumen de forrajes. Pasando en limpio, Bertín recomendó buscar “mezclas en base a gramíneas pero también algo de leguminosas, incluso, en algunos casos, incorporar una crucífera como puede ser colza o nabo forrajero, que en suelos de horizontes endurecidos actúan como subsoladores naturales formando macroporos con sus raíces pivotantes”.
Como dato, las gramíneas producen dos kilos de materia seca hacia abajo cuando producen uno hacia arriba. En cambio, en leguminosas, la relación es 1 a 1.
Ahora bien, pensando en el uso de los animales, Bertín expuso que si el cultivo siguiente es maíz el corte del cultivo de cobertura se hace en agosto, en cambio, cuando el que sigue es soja se puede hacer a mediados de septiembre. “La soja te da más margen para usarlo, más tiempo”, advirtió.
A no empalagarse…
Una de las cuestiones importantes a tener en cuenta en los cultivos de servicio pastoreados es no pasarse, porque las consecuencias negativas se multiplican en cascada: compactación y aparición de malezas, son las peores.
En la búsqueda de una buena cobertura se puede hacer una siembra antes de la cosecha del cultivo principal, sea soja o maíz. Muchos están haciendo siembras aéreas pero a Bertín no lo convencen mucho porque ha visto “siembras mal hechas desde el avión”. La opción sugerida, si se puede, son las tolvas presurizadas. “De esta manera, para junio ya hay una cobertura total y se puede pastorear hasta septiembre”, marcó en consultor.
Otra de las cosas en las que no se puede fallar es que, sobre todo las gramíneas, necesitan fertilización. Así, pueden lograr entre 7 y 10 toneladas de pasto en cuatro meses.
Ventajas.“Si me pongo a enumerar las ventajas de los cultivos de servicio podemos estar un rato largo”, remarcó Bertín. Y es cierto. A saber, sin repetir y sin soplar: Mejorar el balance de carbono y la materia orgánica, fijar nitrógeno, sincronizar la oferta de nutrientes, atenuar las pérdidas de suelo por erosiones eólicas o hídricas (que se llevan materia orgánica, cobertura y nutrientes), mejorar la captación de agua, reducir procesos de salinización de cuando queda el suelo desnudo, reducir la evaporación, disminuir la compactación, mejorar el anclaje de los residuos vegetales, disminuir de la presión de malezas (y reducción del uso de herbicidas) y mejorar la actividad biológica y diversidad microbiana de los suelos.
Qué le falta a la ganadería
Aprovechando sus 40 años especializándose en la producción y consumo de forrajes, consultado sobre qué tiene y qué le falta a la ganadería argentina para despegar en lo productivo, Bertín es claro. “Así como cuando hablamos de pastorear un cultivo de servicio sabemos que hay que priorizar la cobertura y la producción de materia orgánica, y por eso se debe usar sólo el 50%, cuando hablamos de pasturas perennes que están 3 o 6 años, la eficiencia del uso del forraje debe ajustarse bien, para no desaprovechar kilos de pasto que podrían convertirse en carne”, resumió. Y ejemplificó: “Muchas veces se producen 12 toneladas de pasto y se usan 4 o 5, ese es el problema más importante que tenemos hoy, la baja eficiencia en el uso del forraje”.
El consultor forrajero contó que en los tambos no es tanto problema porque el forraje representa un tercio o la mitad de lo que come la vaca, pero “en sistemas extensivos de carne se observa que el productor usa mal el pasto, muy extensivamente, sin subdivisiones y sin medir cuánto pasto tiene y cuánto necesita”.
“La eficiencia es el salto más grande que podríamos dar para los próximos años y creo que se está dando un poco, pero falta mucho, aunque siempre que el negocio ganadero mejore va a ser una opción ajustar todo”, concluyó.
Fuente: Clarin