“La mejor carne está en La Pampa y, por supuesto, en el país”, dice, orgulloso, el productor Carlos Gabriel Suárez, luego que un ojo de bife de un novillo criado en su establecimiento ganadero El Caldén, entre Macachín y Doblas, ganara el World Steak Challenge en la categoría “Grass Fed” (animales criados a pasto).
El concurso se llevó a cabo en Dublín (Irlanda), donde todos los años se elige a los mejores cortes de carne del mundo. “A principios de octubre pasado vendimos, a través de la Cooperativa Agropecuaria Atreucó del pueblo, una jaula de 34 novillos de 26 meses de edad que tenían un promedio de 600 kilos cada uno. La tropa era un lujo y tuvo un muy buen rendimiento: el 60%”, indicó a LA NACION.
En este sentido, Pablo Guimaraenz, gerente de compra de hacienda de la planta frigorífica, señaló cómo fue la travesía para llegar a ese logro, “tan importante tanto para el frigorífico como para el productor”.
“Nosotros faenamos novillos pesados de exportación, donde el 100% es faena kosher que se vende a los Estados Unidos e Israel. Siempre buscamos animales pesados, jóvenes y de buena terminación porque eso es lo que nos demandan nuestros compradores internacionales. Cuando seleccionamos los animales de Suárez para el certamen sabíamos de la calidad de su hacienda porque nos vende siempre”, describió. Asimismo, la compañía ganó también la medalla de oro en la categoría mejor bife de animales con terminación a grano del establecimiento Egeo, del partido bonaerense de Carlos Tejedor.
Allí se ultimaron y se eligieron unos 20 bifes que fueron los que finalmente partieron a Dublín: “Buscamos carne con buen calibre, con un marmoleado alto, de animales jóvenes y pesados”.
Ya en Dublín compitieron con más de 100 frigoríficos de 27 países. Un jurado de 50 personas compuesto por chefs, técnicos especialistas y gente de la industria frigorífica eligió el ojo de bife de carne argentina. Primero se analizaron los cortes crudos y luego se los cocinó para la selección final.
“Nada se puede hacer si no se trabaja en conjunto. No es fácil hacer este tipo de novillos. Nosotros trabajamos expresamente integrados con los productores, visitándolos a los campos y ellos nos visitan en la planta. Es una ida y vuelta permanente”, señaló.
En las 1000 hectáreas que tiene su establecimiento rural, el productor se dedica a la ganadería de ciclo completo. Para dar de comer a su rodeo de cerca de 1000 vacunos (en un 90% raza Angus), también hace pasturas y algo de granos para resguardarse por algún problema climático que pueda surgir. En parcelas realiza un pastoreo rotativo donde cambia la hacienda una vez a la semana hacia otro lote.
“Nos manejamos con pasturas perennes. Fuimos incorporando buena genética, con buenos padres de cabañas de la zona. El año pasado, en busca de mejorar la reposición y facilitar el manejo del campo, inseminamos unos lotes de vacas y vaquillonas”, detalló.
Con 43 años, nacido y criado en Macachín, es ganadero desde siempre. En 1931, su abuelo Manuel llegó de Asturias, España, y se instaló en la colonia Sabadell y en un predio arrendado de 100 hectáreas comenzó a producir ganado. “La zona era desértica, era la nada misma y de a poco mi abuelo fue creciendo. Después mi padre siguió y ahora yo continúo con su legado”, afirmó.
Para Suárez, es importante trabajar en el campo responsablemente, cuidando el medio ambiente. “La ganadería, con un manejo regenerativo, puede llegar a ser parte de la solución del problema ambiental. Por esto, me estoy interiorizando en el tema y tengo la intención de ingresar a algún programa de este tipo. Tenemos toda las posibilidades de crecer en la Argentina, pero es difícil producir aquí”, indicó.
Publicado el 1/5/2022
Por La Nación