Desde hacía unas semanas el mercado de soja y maíz se encontraba lateralizado, con mucha volatilidad y días de fuertes subas y bajas. Esto generaba incertidumbre desde el lado de los productores. ¿Había finalizado el escenario alcista?
Faltaba una señal que generara un nuevo rebote luego de estas semanas sin tendencia tan clara. Como es sabido, el mercado internacional de soja y maíz se rige fundamentalmente por lo que ocurre en Estados Unidos. El fortalecimiento del dólar daba señales de alerta por ser una moneda que genera que los grandes fondos de inversión revean su estrategia de inversiones en granos y vuelquen esos dólares al mercado financiero.
Eso tiene cierta lógica ya que cultivos como la soja y el maíz compiten en superficie, por lo cual un gran incremento de área en ambos cultivos iría en detrimento de los rendimientos, ya que sería una superficie destinada a otros cultivos en zonas marginales. Todo no se podía aumentar.
Por otro lado, el país del norte en sus stocks de la actual campaña muestra que lleva comprometido prácticamente el 100% de su saldo exportable de ambos productos, lo cual implicaría una necesidad de importar soja y de consumir sus stocks internos de maíz al punto de dejar sus existencias finales en niveles históricamente bajos.
Lo que muestra su hoja de balance es que sus stocks ajustados en esta campaña no lograrían recomponerse en el siguiente período, pese a un incremento en el área igualmente muy importante y una productividad calculada en niveles récord en cultivos que aún no se han sembrado ni han transitado por la incertidumbre climática de cada año.
El mercado desde el último año empieza a ver como nunca la intensidad de la demanda, liderada por China que ha comprado de absolutamente todos los granos, lo esperado y mucho más, con una oferta a nivel global que no ha sufrido grandes inconvenientes más allá de la sequía que ha afectado a nuestro país. El mundo ha tenido muy buenas cosechas y de todas formas pareciera que no alcanza.
Leyendo estas líneas uno puede inferir la suba de precios que se da desde los fundamentos tan básicos como demanda creciente y baja de stocks, pero la incertidumbre siempre se hace presente en los mercados.
Estamos en una pandemia que va por terceras olas en algunos lugares, una demanda muy fuerte que si de golpe merma su intensidad generaría incertidumbre, un dólar que si se fortalece puede generar que los fondos liquiden posiciones y provoquen bruscos movimientos, y un contexto país con muchos condicionantes económicos, sanitarios y políticos. Sumado a esto ingresaremos en el período de cosecha que suele ponerle un freno a las cotizaciones por necesidades de logística.
Por esto es que siempre se exige dedicar tiempo a la toma de decisiones comerciales. Creer que el mercado va a subir no implica que vaya a ocurrir con certeza. Si necesitamos vender podemos comprar calls en posiciones más lejanas que permitan recomprar la posición, y si decidimos no vender podemos colocar pisos de precios que permitan cosechar y dormir tranquilos. Las coberturas flexibles en un año como este son tan necesarias y tan redituables como no se recuerda.
Publicado el
Por La Nación