Desde hace 20 años, el establecimiento ganadero “La Josefina” en Bahía Blanca, Buenos Aires, abastece a sus 500 animales a partir de la promoción de la resiembra y naturalización en verdeos de invierno que, con bajos costos y un 80 % menos de insumos, estabilizaron sus rendimientos en niveles superiores a los 5 mil kilos de materia seca por hectárea por año.
Con un clima semiárido templado frío, suelos frágiles y susceptibles a la erosión, y precipitaciones variables, producir en el sudoeste bonaerense presenta más de un desafío. En el establecimiento ganadero “La Josefina” en Cabildo, cerca de la ciudad bonaerense de Bahía Blanca, aceptaron el reto y, desde hace 20 años, abastecen a sus 500 animales con una promoción de la resiembra y naturalización en verdeos de invierno, con bajos costos y un mínimo uso de insumos, rinde más de 5 mil kilos de materia por año.
“Logramos estabilizar las ganancias, sin hipotecar nuestro legado”, reconoce Florinda Torquatti, una de las dueñas de “La Josefina”, un campo familiar de 650 hectáreas, con más de 100 años de historia y manejado por la cuarta generación de productores ganaderos.
“Transmitimos el respeto por el ambiente, el suelo, los valores culturales y los bienes recibidos de las generaciones precedentes”, aseguró Florinda, emocionada, al tiempo que explicó: “Producimos con una visión de continuidad que motoriza la prospectiva, lejos de los conceptos de consumo o explotación”.
Para Florinda la receta es simple: “Con naturalización, resiembra y consociación con especies espontáneas de los verdeos de invierno –como avena violeta, vicia villosa y ray grass anual– logramos alimentar a 500 animales en parcelas de 10 hectáreas, con rotaciones cada 5 días”.
Como resultado de esta tecnología de procesos, el establecimiento disminuye hasta en un 80 % el uso de insumos, al tiempo que dispone de altos niveles de forraje, nutricionalmente balanceados y a un bajo costo.
Además, la fijación biológica de la vicia proporciona una nutrición nitrogenada que captan las gramíneas y la convierten en nueva materia orgánica, lo que favorece al proceso virtuoso que incrementa la fertilidad.
“Aunque la carga instantánea es elevada (45 Equivalente Vaca/ha. en 5 días), gracias al volumen de pasto, los reiterados ciclos de crecimiento y al momento en el que se lo consume, permanece un “mulching” que atenúa el efecto de compactación de la pezuña”, detalló la productora.
En referencia a esto, Federico Castoldi –jefe de la agencia del INTA en Bahía Blanca– destacó la estrategia por “mantener el suelo cubierto de manera continua, lo que evita su erosión, al tiempo que se conserva y promueve su microfauna y microbiología, sin oscilaciones y extremos térmicos”.