Desde que se decretó la cuarentena por el nuevo coronavirus el 20 de marzo pasado, y al ser una de las actividades exceptuadas del aislamiento obligatorio, la cadena del ganado y de las carnes ica continuó con su labor. Pero no todo siguió igual: algunos de los eslabones ralentizaron su productividad y otros se vieron con serias dificultades económicas y financieras.
En el campo, primer eslabón, marzo y abril son meses de trabajo arduo: destete, boqueo, vacunación, tacto y recorridas diarias. Mariano Williams es productor ganadero en Pila, provincia de Buenos Aires. Vive en el pueblo y su establecimiento rural está a diez kilómetros. Cuando se dictó el aislamiento obligatorio por el Coronavirus, su rutina y la de sus empleados cambió notablemente.
De a poco incorporaron normas de higiene, el personal se empezó a saludar a distancia y el mate dejó de ser compartido. En el único acceso habilitado al pueblo, en cada ingreso, se toma la temperatura y se fumiga el vehículo. «Antes iba dos veces al día, ahora solo una vez. En un principio los bancos y la comercialización de hacienda fueron complejos, pero luego se acomodó», dijo a LA NACION.
Todos los ganaderos esperan marzo para ver el fruto de su trabajo: la zafra de terneros. Acostumbrados a seguir de cerca la venta de sus animales en los remates físicos de las ferias rurales, al margen de ser la excusa para reunirse un momento con los pares, la ausencia de ellos los obligó a ver la subasta por internet o por televisión.
Asimismo, la falta de ferias produjo sobreofertas en las entradas al Mercado de Liniers, con una presencia inusual y complicada de camiones.
El aislamiento obligatorio también modificó la vida del productor ganadero Eduardo Althabe, que con 84 años y siendo grupo de riesgo, dejó de ir a su campo a 25 kilómetros de la localidad bonaerense de San Vicente, cuando antes iba todos los días.
Productor de ciclo completo, hace días empezó a destetar y a cosechar el maíz para la hacienda. «Un poco tarde, pero los terneros ya están en el corral comiendo maíz molido», indicó.
Un problema puntual que tuvo Althabe fue con la vacunación antiaftosa, donde en un primer momento los vacunadores se rehusaban a ir a los campos. «La Sociedad Rural suspendió la vacunación, hasta que el Senasa presionó para que se continuara y la entidad proveyó de insumos sanitarios para los profesionales», contó.
Los feedlots
En la secuencia de la cadena continúan los feedlots. Juan Eiras, presidente de la Cámara Argentina de Feedlot (CAF) se mostró preocupado ante la incertidumbre de la emergencia sanitaria.
En su sector se tomaron medidas para proteger al personal, donde se maximizó el trabajo individual en tractores, manga, cepo y balanza. En la parte administrativa se redujo el personal y los fines de semana se implementó una guardia de mitad de dotación. «El período de adaptación costó pero ahora fluye», detalló.
Uno de los inconvenientes que encuentra el dirigente es la logística, la falta de camiones para hacer los traslados de alimento como de hacienda se convirtió en una constante. «Además de la demora en los controles en la ruta, se suma la falta de transporte. Hoy a los camiones les cuesta conseguir el flete de vuelta -flete falso- con otras mercaderías, por eso se torna menos fluida la entrega», sostuvo.
En cuanto al negocio, antes de a la cuarentena los feedlots venían con una baja intención de encierre por la falta de crédito y «una sensación económica llena de incógnitas». Pero con la pandemia, el temor del sector es que a futuro se produzca un posible freno en los frigoríficos. «Hoy la prudencia en las compras, nos permite prever que esta tendencia se profundizará en los próximos meses», señaló.
«La foto de hoy no es mala pero se debe mirar el resto de la película. En el primeros capítulos de la serie, la situación parece normal. Pero en el final, al no tener un producto almacenable que se debe comercializar en el tiempo que corresponde: esa foto no sabemos cúal será», agregó.
En alerta
Con cinco casos confirmados en frigoríficos, el último eslabón de la cadena tomó todos los recaudos para que el coronavirus no altere el funcionamiento de las plantas.
Carlos Riusech del frigorífico Gorina afirmó que en el ámbito sanitario, además de cumplir con los protocolos sanitarios y zonificar la fábrica, sumó una cabina con aspersores que desinfecta al personal.
En materia de exportación, recordó que los inconvenientes en los envíos a China comenzaron tiempo antes de que se desate la pandemia. En diciembre pasado, una serie de medidas implementadas por el gobierno chino de no dar créditos a importadores de alimento complicó el 75% del negocio exportador de la carne argentina.
«El coronavirus prolongó esa caída. En marzo hubo una leve reapertura de compra China pero el eje del problema ahora se ha desplazado a Europa», explicó.
En este contexto, Gorina comenzó a exportar de manera incipiente a China y Chile y aguarda la reapertura del mercado de Israel. Dentro del consumo local, cambió el mix de colocación de productos: hoy tienen una demanda constante y razonable en supermercados por una reorientación del presupuesto familiar hacia alimentos. Pero en la industria con destino al sector gastronómico la caída es importante.
La otra cara de la moneda es el frigorífico Entre Todos, de Edgardo Bovay, que con 70 empleados la situación que atraviesa es muy compleja, donde la mayor parte de su producción iba al sector gastronómico, principalmente a restaurantes y hoteles de lujo.
«Si bien otras carnicerías de barrio están trabajando bien, la venta de reparto mayorista está parada. A esto se suma el problema de los cheques en cartera de clientes que no van a correr», afirmó.
«Hoy se faena la mitad que antes, 60 medias reses. De ese total, el 50% se congela. Así podemos resistir solo un mes y medio más, cortando y congelando», dijo.
Para recuperar mercado, Bovay está redireccionando su canal de ventas y creó la venta online minorista de piezas enteras para familias. A su vez agregaron destinos de exportación como Hong Kong, Brasil, Qatar, Angola, Emiratos Árabes y Colombia.
Para Riusech, los resultados en la salud de las medidas contra la pandemia son inobjetables pero cree que el consumo se va a haber afectado. «La administración de los recursos en la población va a ser cautelosa después de la cuarentena. Eso indudablemente va afectar el consumo y la economía», concluyó.
Publicado por La Nación
El 25/4/2020