El cabañero compite con un lote conjunto de vaquillonas preñadas, de dos años, y dos lotes de terneras, de nueve meses de edad. Además, un lote de terneros, también de nueve meses.
Su padre, Julio Llorente, en 1958, se inició como criador de Hereford al sur de la provincia de Buenos Aires, en Quequén. Allí está ubicado el campo familiar llamado “El Malacara del Moro”, el mismo nombre que luego tendría la cabaña.
Después de unos años, la familia compró un campo en el Chaco, en Campo Largo. “Ahí comenzamos a cruzar Hereford y Cebú, dando comienzo a la raza Braford”, detalla. De a poco, la cabaña fue desarrollando la genética y profundizando la eficiencia de sus rodeos.
“A mis 20 años mi padre me dijo que tenía que elegir entre trabajar o estudiar, yo era un apasionado por la ganadería, así que elegí entrar a la cabaña familiar”, cuenta. La condición era que para que experimente todas las etapas tenía que primero ser peón, luego capataz, mayordomo y, por último, administrador. Así fue como, con mucho sacrificio, Llorente se formó para ser lo que es hoy.
En 2010, la familia trasladó toda su recría de machos y hembras a un campo en La Candelaria, Salta. “Fue para buscar la adaptación y rusticidad que se precisan en la raza”, indica.
Los Llorente hacen la cría, recría y terminación de la invernada. En la cuenca del Salado, en Pila, provincia de Buenos Aires, tienen 3000 vientres. En tanto, al destete, los toritos y la cabeza de reposición de las terneras se envían a recriar al campo de Salta.
“Ya estoy delegando mucho, no todo aún”, confiesa sobre la cabaña que llegó a la tercera generación. En parte, actualmente quedó en manos de sus hijos y con la colaboración de Juan Utsumi.
Para Llorente, el Congreso Mundial Braford en el que participa es uno de los hitos “fundamentales” que hicieron lugar al “crecimiento y consolidación” de la raza en el país. Todos los cuales él se honra de haber formado parte.
“En 1987 hicimos nuestra entrada a la exposición de Palermo. Con seis animales y cuatro cabañas”, indica el criador, con una risa cómplice para referirse a haber sido el primero. “Fue el comienzo, desde ahí, ininterrumpidamente, sin faltar a ninguna, la raza sigue presente, aumentando año tras año la calidad y cantidad”, agrega.
Otro hito fue en 1995 con la formación de la Federación Braford del Mercosur y la fundación de la creación de la Asociación Mundial de Braford. En este punto recalca la importancia de la participación de la familia en la conformación y fundación de ABA y su continuidad. “Nosotros íbamos a visitar otros países y nos abrían las puertas de sus casas, nos presentaban a sus familias. Eso fue conformando una interacción tan importante, una empatía que hizo todo más fácil”, remarca.
El siguiente hito fue la realización del primer Congreso Mundial de Braford en 2002. “Fue maravilloso, éramos muchos menos, pero con gran entusiasmo”, dice y remarca que fue acompañado por la Sociedad Rural de Corrientes.
“Es un sueño ver semejante cantidad y calidad de toda la producción Braford”, reflexiona sobre la competencia. Agrega: “A pesar de todo lo que es esto, no hemos encontrado todavía el techo que creemos que es posible encontrar”.