La ganadería actual es mucho más que carne

Los pies en la tierra pero puestos en el ambiente, en la calidad ya no por tropa o animal sino por pieza dentro de un mismo animal. Junto con la trazabilidad. ¿Qué pueden hacer los productores para tocar las teclas adecuadas y ser parte de este nuevo desafío?.

Si, ya sé. Van a decir que con todo lo que está pasando en Argentina con la carne (más precisamente con la imposibilidad de exportarla), ¿quién va a querer hablar de tecnologías, sustentabilidad, ambiente, productividad? Y bueno, si, hay que seguir pensando en estas cosas porque los propios ganaderos saben que esto va más allá de un gobierno y una coyuntura. Lo saben por lo que les pasó a sus abuelos y a sus padres. Se tarda años en construir un rodeo de calidad y hacia allí hay que seguir el camino.

Pensando en ese horizonte de faros largos que no soslaya la contingencia pero prefiere seguir avanzando fue que el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) decidió hablar en un seminario sobre cómo la carne argentina contribuye a la sustentabilidad de los sistemas agroalimentarios. Allí estuvo, entre los disertantes, Aníbal Pordomingo, referente del INTA Anguil, La Pampa, quien habló de “sistemas ganaderos que tienden a ser cada vez más integrados”, de “ajustes en la cría como pilar para hacer más eficiente toda la cadena” y de una “ganadería inteligente”.

Estamos viendo una ganadería que es requerida más allá de la producción de carne, para regular ambientes, como puede ser controlando excesos de agua o de biomasa, cosas que hoy los robots no hacen, para eso, existen las vacas”, disparó como resumen Pordomingo.

El ingeniero del INTA pampeano resumió en 5 aspectos las fortalezas de la ganadería argentina: 1) Son sistemas integrados muy insumo eficientes; 2) Son adaptables en la búsqueda de la captación de nuevos mercados; 3) Se construyen a partir de una matriz geográfica muy amplia desplegada en casi todo el territorio nacional; 4) Ofrece servicios ecosistémicos; y 5) Tienen circularidad industrial (por ejemplo, el estiércol, fertilización de maíz, que luego es comido por los propios animales, que luego bostean, y todo comienza de nuevo).

Para Pordomingo, el negocio ganadero detenta una “transversalidad única cruzando toda la geografía nacional con sus particularidades” siendo una “oportunidad para el desarrollo de una impronta local y regional”. “Antes se trasladaban los terneros de un lugar a otro, hoy eso ha cambiado y se pueden hacer ciclos completos in situ, usando recursos agrícolas que también han extendido sus posibilidades geográficas”, analizó Pordomingo poniendo la lupa en la posibilidad también de hacer ensilados y forrajes conservados.

Aceleración de cada eslabón

La recría y el engorde han puesto tercera y cuarta marcha, acelerando el proceso sin perder eficiencia. “El animal se puede terminar dentro de los dos años, 15-18 meses, ya no tres como era antes, y esto no tiene que ver sólo con la llegada de los feedlots, porque los sistemas pastoriles también se han hecho más eficientes”, recordó Pordomingo.

La mejora en los índices de conversión se ha dado mayormente en la etapa de recría para que luego no sea el corral el que tenga que acelerar abruptamente para sumar el mayor porcentaje de kilos. “La idea es acortar la recría pero hacerla eficiente, logrando aumentos de peso de 700-800 gramos por día durante esa fase, para luego no tener que pedirle a la terminación 1,5 kg/día, sino que con 1,2 kg/día esté en condiciones de tener este animal terminado”, explicó Pordomingo.

Para el referente del INTA Anguil, “la cría tiene grandes deberes por hacer, pero esto depende de la naturaleza del negocio, lo que si tiene la cría es un bagaje de información importante”. Así, mostró que si el entore se hace con una vaca con condición corporal 4 o una de condición 5 se puede pasar de 65% a 80% de preñez.

“Hay mucha evidencia que refleja que los que hacen bien la cría, no solamente tienen más terneros por vaca y por año, sino que la calidad de ese ternero tiene repercusiones o implicancias, en las etapas siguientes”, subrayó Pordomingo.

Lo que resulta interesante es que la mejora en la cría -el eslabón donde, según Pordomingo, hay más oportunidades de crecer- tiene un impacto importante en la reducción global de emisiones de carbono.

“Vemos una ganadería que, si bien tiene necesidad de mejorar algunas deficiencias, tiene a disposición las herramientas para hacerlo, incluso se puede ir retirando del uso de algunas pasturas y rastrojos, pensando en proteger coberturas, pensando más en el suelo que en el animal, todo se descomprime”, explicó Pordomingo.

Por todo esto, “podemos decir que la ganadería argentina, aún en los corrales, tiene un alto componente ambiental”. Pordomingo hizo nuevamente hincapié en la eficiencia a lo largo de las tres etapas y sin importar que se apunte a un animal de 320 o 500 kilos. “Cuando analizamos qué pasa dentro del animal, la calidad de la carne, vemos que esas carnes de animales de 500 kilos o de 300 kilos son muy parecidas en resistencia al corte o terneza”, dijo.

Incluso, en la geografía argentina, Pordomingo destacó la posibilidad de plasmar configurar un producto más pastoril que pueda ofrecer una oportunidad en distintos mercados que requieren estos productos. Incluso, destacó que “todo esto se logra con gran eficiencia de insumos, porque “el grueso de la carne argentina se destina al mercado interno, por ende, tiene techos de precios por capacidad de compra, no es un sistema que pueda aventurarse a costos elevados”.

También ponderó la posibilidad que tienen hoy los productores de gestionar información mirando hacia adentro del animal. “Quizás nos falta y sería interesante que la planta de faena les pueda devolver información vinculada a la caravana de cada animal para que el productor pueda entender más cómo impactaron la cosas que hizo con cada individuo”, se entusiasmó Pordomingo.

Implicancias de la “vaca china”

Otro de los temas que mencionó Pordomingo vinculados al crecimiento y desarrollo de la ganadería es el impacto en todo el modelo, pero especialmente en el eslabón de la cría, que ha tenido la demanda de vacas por parte de China.

“Uno puede verlo de dos formas, como posicionamiento de un commodity, una carne de bajo valor, que no es apetecible en el mercado interno, y de pronto tiene valor, pero también puede verlo como el factor que ha permitido acelerar la renovación de vientres, tenemos una ganadería con madres más jóvenes que en el pasado”, aportó.

La “vaca china” dio una excusa para remover del sistema a aquellos animales mas improductivos o de baja eficiencia.

“Bioprocesadores”

Otro componente que la ganadería ha ido incorporando es su rol en el uso de subproductos de la agroindustria. Un ejemplo es la burlanda, las harinas, el expeller de soja. “Entonces ya no es que solamente un consumidor, es un gran bioprocesador de subproductos agroindustriales”, dijo Pordomingo.

Esto es interesante porque se empiezan a cruzar capas de información logrando una trazabilidad total. Algo que los productores van incorporando de a poco. “Podemos ya encontrar casos interesantes de productores revisando su estrategia de cría o de recría en función no solamente de lo que diga un frigorífico, sino la información que el sistema va recolectando a medida que avanza el proceso de producción”, consideró Pordomingo.

Mucho más que kilos de carne

Por toda esta gestión de la información, para Pordomingo, se está viendo “una ganadería que se ve más hacia abajo del suelo, que hacia arriba, y tiene un rol importante en los balances de carbono más que en las emisiones solamente”.

Hay tecnologías que permiten estar monitoreando ganancias o pérdidas de carbono en el suelo, incluso en su vinculación con la forestación, armando sistemas inteligentes”, aportó Pordomingo que al poner el ojo en los ambientes, destacó que “es sabido que en algunas regiones donde se retiró la ganadería empezó a haber inundaciones como consecuencia del retiro de las pasturas, que permiten ir regulando las napas, así como en otras zonas, la ganadería tiene un rol central en regular la biomasa y reducir posibles focos de incendio”.

Por eso, hoy vamos “hacia una ganadería requerida más allá de la carne, para regular ambientes”.

Como ejemplo de todo esto, Pordomingo cerró con un ejemplo de la circularidad que se proponen los sistemas agropecuarios y agroindustriales hoy en día: bioeconomía pura dentro de una empresa agropecuaria que hace maíz y soja; hace pasturas de alfalfa y megafardos; que produce expellers de soja, produce grano húmedo, vende grano entero seco, pero además hace ganadería pastoril y a corral y junta todo el estiércol para reutilizarlo como nutrientes en los potreros en forma de compost reduciendo el uso de fertilizantes, sobre todo aquellos que no son de fácil renovación, micro y macro minerales.

“¿Esto se va a dar dentro de 30 años? -se preguntó Pordomingo- No, esto es la Argentina de ahora, que viene adaptándose a nuevos sistemas y realidades, con una ganadería que tiene que ser competitiva y a la vez tener en cuenta sus externalidades”.

Publicado el 8/9/2021

Por Clarin