Los negocios ganaderos vuelven a caminar en el sudoeste bonaerense | Clarín Rural

Ganadería. Se armó un club de inversores para invertir junto a los productores que habían quedado descapitalizados. El impacto en el empleo y el arraigo zonal.

Desde hace muchos años se viene produciendo un éxodo masivo de la gente que vive en el campo y en los pueblos hacia las grandes urbes fundamentado por la falta de oportunidades. Y el sudoeste de Buenos Aires no escapa a esta realidad. Un ejemplo claro es Esteban Gascón, un pueblo que pertenece al partido de Adolfo Alsina, en sudoeste de Buenos Aires, que sufrió un éxodo masivo de la población, como tantos otros pueblos, donde vivían 1.800 personas hasta la década de 1940 y hoy cuenta con apenas 105 pobladores. A su vez, Adolfo Alsina también sufrió una emigración de 20.000 personas desde aquellos tiempos a la fecha y hoy viven 17.000 habitantes.

Uno de los motivos de esta emigración, generalmente de gente joven (adolescentes y adultos jóvenes), es la falta de trabajo en esta zona que tiene como virtud ser una de las mejores regiones del país para producir carne. Pero esta actividad cayó fuertemente en los últimos años por las malas políticas para el sector y la expansión explosiva de la soja.

En consecuencia, para paliar esta situación, los habitantes de Esteban Gascón se pusieron mano a la obra para buscar herramientas y darle vida nuevamente al campo y a los pueblos de alrededor.

En este contexto, se creó el Club del Inversor Ganadero con el propósito de revivir la ganadería con la base en que más gente se involucre en el negocio y potenciar a pequeños productores que no llegan a los inversores y que se ven obligados a desprenderse de animales de bajo peso por no poder financiar la producción. “Hay que darle condiciones económicas para que las personas se queden en el pueblo. No hay mano de obra y queremos que la ganadería sea una herramienta para que la gente se quede en el campo y a su vez, en los pequeños pueblos, alrededor de los campos”, afirmó Gregorio Aberásturi, el fundador del proyecto y reconocido empresario ganadero de Esteban Gascón, quien dirige la consignataria Gregorio Aberásturi SRL, firma que fundara su padre en 1947 en aquel pueblo y hoy tiene su casa central en Carhué.

“El stock ganadero es menos del 50% en la mejor zona del país para producir novillos a pasto como la nuestra. Por ende, los productores están trabajando al 50% de su potencial y los novillos que antes se producían se tienen que vender como terneros para poder sobrevivir. Hay una capacidad ociosa en el campo argentino y sobre todo, en el sudoeste bonaerense”, sostuvo.

Para ejemplificar, Aberásturi informó que en el partido de Adolfo Alsina había 440.000 cabezas y en la actualidad, cuenta con menos de la mitad. Y en el sudoeste, según se lamentó, faltan 2 millones de cabezas.

Según destacó Aberásturi, este innovador proyecto tuvo mucha aceptación. “En un primer momento pensábamos entregar 200 animales pero ya con cuatro meses del inicio del proyecto ya llevamos 1.700 animales entregados van a quedar en la zona”, se entusiasmó.

Antes de cada ronda (la entrega de los animales a los productores) se realiza un plan de negocio de acuerdo al potencial que el campo tenga. “Hacemos contratos con productores que conocemos de toda la vida. Le aportamos contador, ingeniero agrónomo y lo financiamos para que pueda producir el alimento con el objetivo de que el inversor tenga garantías”, manifestó.

En resumen, realizaron dos rondas (animales entregados a diferentes campos) por el Club del Inversor Ganadero. Y la tercer y caurta ronda ya están en plena proceso de ejecución.

El primero en recibir la hacienda fue José Moraiz, productor de Darregueira, un pueblo del partido de Puan, al sudoeste bonaerense, quien recibió 700 animales para engordar para comercializar en el mercado interno ya pidió 300 más.

Moraiz divide el campo en un 70% en ganadería en la cual siembran avena y vicia y el 30% restante, trabaja con agricultura orgánica (fertilizan con el estiércol de los animales) y se basan en una rotación de trigo/girasol/trigo. Así, con 855 hectáreas, solamente trabajaban con 160 vacas y 100 terneros para realizar ciclo completo.“Me quedaba grande el campo para el rodeo que tenía”, razonó Moraiz.

Así, con las ganas de poder aumentar el stock bovino y en consecuencia, la carga por hectárea, pero sin capital para poder hacerlo, se metió en el Club del Inversor Ganadero. “Integra al productor que está descapitalizado de hacienda. Tengo dos hijos que estudian en una escuela agrotécnica y sin obligarlos que sigan en el campo, quiero que vean que hay un proyecto a largo plazo para que se puedan quedar y trabajar tranquilamente”, reflexiónó.

La segunda ronda se dio en la estancia “La Dinamarca”, un establecimiento ubicado en Alpachiri, La Pampa, muy cerca de Buenos Aires. Allí, el objetivo es engordar 500 novillos de unos 220 kilos en promedio para exportar. “Antiguamente este campo era ganadero. Luego, en 1980, comenzó a volcarse a la agricultura para sembrar trigo y cebada hasta el 2000 que se trató de volver a la ganadería, pero había que empezar de cero, no había alambrados, molinos y aguadas.“Este es un campo que estaba casi abandonado. La única forma para que sea viable era invirtiendo en infraestructura”, sintetizó el administrador del establecimiento, Marcos Ricciuto.

 

En total el campo ocupa 2.400 hectáreas que solo trabajaban 420 vacas y unas 400 hectáreas se usaban para seguir con la producción de cebada. “Nos sobraba campo pero era complicado volver de forma intensiva”, explicó.

En consecuencia, para poder cumplir con el objetivo de engordar los 500 novillos, el establecimiento comenzó a producir verdeos de invierno como avena y triticale, y complementarlo con silos picado de sorgo, moha y maíz y rollos de alfalfa y avena.

Así, para Ricciuto es un negocio que ayuda al país. “Hay que generar fuentes de trabajo porque se necesita mano de obra para poblar de animales la región”, sostuvo.

Por ejemplo, el establecimiento incorporó dos empleados más en el campo, al mismo tiempo contrató un alambrador, sembraron más hectáreas por lo que hubo más trabajo para los prestadores de servicios.

A su vez, en otro campo que administra Ricciuto en Rivera, Buenos Aires, van a destetar animales para comercializar con el Club del Inversor Ganadero, por lo que los animales quedan en aquella zona.

Pero este proyecto no fuera posible sin la inversión de terceros. Y la clave es que la inversión está abierta a cualquiera que no esté en el negocio ganadero, como Elio Di Sabatino, de Merlo, en el conurbano bonaerense, quien posee 3 viveros. “Me atrae el proyecto. Es muy bueno que gente que no esté relacionada al campo pueda invertir y que ayude a poblar los campos para que produzca el país”, indicó. Y agregó: “La ganadería debería ser más importante de lo que es”, definió.

Otro de los inversores es el conocido humorista conocido como el “Gato” Peters, quien conoce del tema ya que es médico veterinario. “El negocio ganadero es estable y rentable. Si uno mira el precio del novillo, creció más que el dólar. Se hizo más plata produciendo que especulando con la divisa”, analizó entusiasmo.

Así, la ganadería es más que producir carne sino que también es una actividad para generar mano de obra y así, una perfecta excusa para que el interior vuelva a revivir y poblarse.

 

Publicado en Clarin Rural el 8 de Julio de 2016

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